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Sutil pase de facturas entre Milei y el presidente del BID por la política económica

 Un interesante contrapunto económico, con el lenguaje sutil de la burocracia internacional, se produjo durante la exposición de Milei en la sede central del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington, que quedó opacado por el brote del presidente argentino con su propio celular, que no paraba de sonar

“Gracias, Presidente. Nos divertimos mucho con las sandías y los pulpos”, pareció chicanear Ilan Goldfajn entre risas. Pero enseguida el brasileño presidente del BID se puso serio. Celebró el fiscalismo de Milei pero lo instó a responder por dos grandes interrogantes del modelo económico, el crecimiento sostenible y la inversión del sector privado.  

“¿Cómo hacer para que de verdad tengamos un crecimiento sostenible? Porque, cuando hablamos con los jefes de Estado y les decimos: “Vamos a hacer un ajuste del cinco, seis o 15%”, ellos nos dicen luego: “No sobrevivo”. Y justamente nos dicen: “¿Cómo yo le respondo al jefe de Estado para que sepamos que el crecimiento del sector privado va a venir?”, arremetió Goldfajn. 

A Milei también le cambió el gesto. ” Bien, el primer punto es: el ajuste no tiene que caer sobre el sector privado, tiene que caer sobre el sector público. La magia está ahí. Segundo, de esto hay que tener convicción” respondió el presidente. 

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Con la intención de darle mayor solidez a su respuesta, Milei apeló a una anecdóta del gobierno. “Yo les voy a contar lo que pasó en la primera reunión de gabinete. Yo ya había acordado con el ministro Caputo que íbamos a pasar la motosierra impiadosamente sobre el sector público. Y, en ese contexto, teníamos planeados también los mecanismos de contención social y demás para la transición. Entonces, cuando fuimos a la primera reunión de gabinete y planteé los lineamientos, al fondo de la reunión estaban todos los abogados y me dijeron: “Eso no se puede hacer”. Bueno, entonces yo les dije… Hacía como 40 grados, no sé cómo sería en Fahrenheit el equivalente, pero hacía mucho calor. Y entonces les dije: ´La pregunta es, si voy a la esquina y se lo pido al heladero, ¿cuál es la respuesta que me va a dar? ‘No se puede’. Así que les dije: ´La verdad es que no me interesa lo que me digan ustedes, y la única respuesta que acepto es que me digan cómo hacerlo´. Porque para que me digan ‘no se puede’, digo, cualquiera me contesta ‘no se puede’. Y eso creo que cambió la forma en la que los ministros empezaron a ver la situación. Y lo otro que es muy importante es dejar clara la línea de a dónde uno quiere ir, y después entender las falacias que contiene la teoría económica”. Luego, Milei pidió permiso para ser grosero y lanzó “eso de la obra pública es bull shit”.

¿Cómo hacer para que de verdad tengamos un crecimiento sostenible? Porque, cuando hablamos con los jefes de Estado y les decimos: “Vamos a hacer un ajuste del cinco, seis o 15%”, ellos nos dicen luego: “No sobrevivo”. Y justamente nos dicen: “¿Cómo yo le respondo al jefe de Estado para que sepamos que el crecimiento del sector privado va a venir?

Para los niveles de grosería que puede alcanzar el Presidente, bull shit es una calificación cuasi cariñosa. Lo insólito es el planteo ante el interlocutor, el organismo multilateral cuya razón existencial es financiar a los Estados en obras de infraestructura.

 “Porque la realidad es que, para hacer una obra pública, yo la tengo que financiar. Y si la financio con deuda, son impuestos futuros. Castigo a nuestros hijos, a nuestros nietos y demás. Si la financio con emisión monetaria, castigo a los vulnerables con la inflación”, consideró Milei. 

Eso de la obra pública es bull shit. Porque la realidad es que, para hacer una obra pública, yo la tengo que financiar. Y si la financio con deuda, son impuestos futuros. Castigo a nuestros hijos, a nuestros nietos y demás. Si la financio con emisión monetaria, castigo a los vulnerables con la inflación.

Luego apunto contra las obras específicas que se promueven desde el BID: “Ademas, las preferencias de la gente no eran tener esa ruta, sino que querían tener otras cosas que habían elegido. Entonces, los estoy robando. Les estoy dando bienes que no quieren”.

“Es decir, el Estado es peor que la mafia. Porque yo les hago una pregunta: ¿Cuántas veces les robaron los ladrones vulgares a lo largo del último año? Ninguna. Bueno, el Estado les roba todos los días cuando les cobra impuestos (…) el día que la gente decida tomar la pastilla roja y salga de la Matrix, va a entender que el Estado es el problema y no la solución. Y seguramente tendremos muchos más anarco-capitalistas”, cerró Milei.

Esta nota fue publicada en el portal LaPolíticaOnline. Leer más

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